jueves, 14 de abril de 2016

MOMENTO 3



POSTURA ARGUMENTATIVA

PROBLEMA ETICO
LA BIOÉTICA: LA CULTURA DE LA VIDA. El control de la natalidad, el aborto y la eutanasia. La fecundación in vitro.

La Bioética es una Ética aplicada que genera reflexiones tendientes a la solución de conflictos generados por la manipulación técnica de la vida y del medio ambiente y el impacto de los actos humanos sobre la persona humana, su vida y su dignidad.

El concepto de «calidad de vida» no es incompatible con el de «sacralidad de la vida humana», sino, muy al contrario, complementario suyo. En este trabajo defendemos la tesis de que la sacralidad de la vida humana es un principio o criterio formal, y que por calidad de vida debe entenderse el intento de dotar de contenidos materiales normativos al principio formal de respeto de los seres humanos. La calidad de vida así definida comprende varios niveles, por lo menos tres: calidad de vida privada o de máximos, directamente relacionada con los principios éticos de autonomía y beneficencia; calidad de vida pública o de mínimos, que depende de los principios éticos de no-maleficencia y de justicia; y el criterio de la excepcionalidad, que permite justificar excepciones a la norma de acuerdo con criterios de calidad, a la vista de las circunstancias que concurren en el caso y de las consecuencias que se producirán de no hacerse así.

Un colaborador de Johnson explica que la tarea de la Gran Sociedad está en asegurar a nuestro pueblo el clima, las capacidades y las estructuras sociales que le darán oportunidad de perseguir su felicidad individual. Por ello, la Gran Sociedad no se preocupa con el cuánto, sino como el cómo de bueno; no con la cantidad de viene, sino con la calidad de nuestras vidas.

La Bioética fue proyectada como una nueva disciplina que combinara el conocimiento biológico con el conocimiento de los sistemas de valores humanos [...] Elegí bio para representar al conocimiento biológico, la ciencia de los sistemas vivientes; y elegí ética para representar el conocimiento de los sistemas de valores humanos.

Potter entendia la bioética como una nueva cultura, como el encuentro necesario entre los hechos, entendía la bioética como un nuevo paradigma intelectual y cultural, consistente entre la confrontación entre hechos y valores.

R. Kautzky afirma “En tanto la vida humana sirve para la realización de la libertad humana, debe ser prolongada con todos los medios apropiados y razonables, siempre que la persona competente pueda considerar que tal prolongación sirve a ese objetivo”.

Richard McCormick nos comparte “Si «vida» significa sólo metabolismo y procesos vitales, entonces ¿qué sentido puede tener decir que es un ‘bien en sí mismo’? Si por esto se quiere significar un bien que debe ser protegido independientemente de cualquier capacidad para la experiencia consciente, creo con sinceridad que se está  defendiendo una pura y simple forma de vitalismo, una mentalidad que defiende la vida  (entendida como simples procesos vitales), abstracción hecha de las condiciones reales del paciente. Uno puede, y en mi opinión debe decir que la persona es siempre un valor incalculable, pero que en ciertas circunstancias la prolongación de la vida física no supone ningún beneficio. Más aún, el prolongar la ‘vida’ puede fácilmente llegar a ser un asalto a la persona y a su dignidad. Por tanto, frases como ‘el bien o el valor de la vida en sí misma’ son confusas en estas discusiones.



La evolución de las civilizaciones ha transformado tanto las exigencias y las oportunidades, como los valores y las normas. En consecuencia, considero las normas como el resultado de necesidades específicas de las sociedades. Las normas cambian con el desarrollo de las sociedades y puesto que éstas se han hecho más amplias e interdependientes, sus miembros toman más conciencia de sus intereses comunes, procuran adherir cada vez más a los mismos valores, y de manera notable, a los que faciliten la coexistencia pacífica.

La historia de la Bioética contemporánea giró la manera con la cual los problemas entrecruzados comprenden de  forma cercana  un contexto social temporal más grande. El cambio más llamativo sobre las últimas dos décadas ha sido el de la secularización de la Bioética. Las consecuencias han sido de alguna manera, manifiestas, han sido hacia un discurso público que acentúa temas seculares, por ejemplo: los derechos universales, la autonomía del individuo, el debido proceso jurídico y un rechazo sistemático a una bondad común o a una bondad individual trascendente.

El estudioso de la ética tiene como tarea hacer que la gente tome conciencia del sistema de normas y valores en que vivimos. Debe demostrar la coherencia interna de la jerarquía de valores y su pertinencia para el interés general (o si es preciso, demostrar su incoherencia y su falta de pertinencia). Pero también puede, en particular con respecto a temas controvertidos, argumentar a favor de nuevos principios que, sin comprometer lo esencial de nuestro sistema de valores, sean a su juicio los más favorables para la evolución progresiva hacia una mejor humanidad. (E. Vermeersch)

La ética del cuidado se puede entender como un modelo ético que viene a compensar la preeminencia de las propuestas en que predomina lo correcto como objeto de la ética, en las que se busca la justicia imparcial e igualitaria, y la defensa de los derechos, como base de unos mínimos para la convivencia. Así la ética del cuidado propondría un énfasis en la idea de solidaridad, con la intención de avanzar hacia una ética pública.  Si bien tal modelo no es exclusivo de alguna práctica que pretenda buscar el beneficio humano, si es importante reconocer que este se ha convertido en una referencia importante del acto sanitario para reflexionar tanto sobre las tareas asistenciales como sobre los medios.

REFERENCIA BIBLIOGRAFICA

García. D., Feito. L. (2004). Unidad II - Ética Aplicada. Instituto de Bioética - cenalbe. Disponible en  http://campus20.unad.edu.co/ecsah04/mod/lesson/view.php?id=1835&pageid=162